El tiempo de crisis es tiempo de cambio. Crisis significa juicio, discernimiento; y supone que algo nuevo va a surgir, que se perderán elementos que han dejado de ser útiles, y se integrarán otros nuevos.
La Universidad es uno de los elementos de nuestra sociedad que está sometido a debate. Es más, desde hace años se han puesto en crisis muchos elementos que venían del pasado.
El siglo XX se inicia con una Universidad todavía cercana en muchos aspectos a la institución que nace en el Medievo; pero en sus últimos años ha visto cómo se derrumbaban muchos de sus, hasta ahora, incuestionables valores: la trasmisión oral de los saberes, la figura del Maestro, el sentido de elitismo, la imagen del “claustro”, que significa “cerrado”, y otros, se han ido diluyendo durante la segunda mitad del siglo.
Mientras, han aparecido ya de forma significativa las Nuevas Tecnologías, que alcanzan un desarrollo exponencial en el siglo XXI: la información se amplía hasta el infinito y está al alcance de todos, los dispositivos móviles han hecho desaparecer la imagen del aula y de los manuales, del claustro y de la gran biblioteca de consulta. Los planes de estudio son transnacionales, y las posibilidades de acudir a nuevas fuentes de conocimiento se han multiplicado.
La investigación y los avances tecnológicos hacen que los conocimientos técnicos e instrumentales se vean rápidamente carentes de actualidad y requieren de procesos constantes de renovación. Los años de aprendizaje en el marco de una carrera, se ven cada día más insuficientes, y deben abarcar toda la vida laboral de los profesionales, si no quieren perder capacidad operativa.
¿Cómo será la Universidad cuando veamos la salida de la presente crisis? Posiblemente será difícil de reconocer para quienes cursaron su carrera en el siglo XX. Los nuevos maestros, los nuevos manuales convertidos en dispositivos móviles, las nuevas aulas situadas en las redes o en las nubes, los lenguajes tecnológicos manejados por los nativos tecnológicos, harán que quizás, en muy pocos años, los edificios universitarios se hayan convertido en museos del pasado.
¿Todo esto será mejor? Es posible que en el cambio se pierdan valores, hasta ahora importantes. La mejora permanente de la calidad hará volver a la Universidad a recuperar elementos que han quedado en el camino.
Pero habrá que reinventarlos, desde las perspectivas que nos abren las Nuevas Tecnologías.
J. Aristegui, www.tecnoempleo.com