Hemos oído hablar innumerables veces de la zona de confort y la importancia de salir de esta para entrar en la zona de aprendizaje. Sin embargo, ¿qué es exactamente lo que llamamos zona de confort?
La zona de confort es un estado en el cual la persona opera en una condición de «ansiedad neutral» utilizando una serie de comportamientos para conseguir un nivel constante de rendimiento sin sentido del riesgo. En pocas palabras, la misma rutina de siempre. Así la describe Alasdair A. K. White (2009). En psicología, nos referimos a un estado mental en el que el individuo permanece pasivo ante los sucesos que experimenta a lo largo de su vida, desarrollando una rutina sin sobresaltos ni riesgos, pero también sin incentivos, según Arancha Bustillo.
¿Por qué es importante salir de la zona de confort?
Si hablamos en términos de aprendizaje, encontramos decenas de motivos para salir de la zona de confort. Podemos destacar el desarrollo personal y el reciclaje profesional. Ambos conceptos van unidos. Ya que, para desarrollarse personalmente es necesario tener una fuente de motivación, un crecimiento y metas que ir alcanzando. Esto se consigue con el reciclaje profesional, que está íntimamente ligado a la formación y al plan de desarrollo profesional, en cuanto a cambio se refiere.
¿Por qué es necesario el reciclaje profesional?
Porque el tiempo va absolutamente rápido. Lo que se estudiaba hace diez años ya no existe, o no al menos como lo conocíamos. Hay multitud de profesiones que quedan obsoletas. Otras tantas que hay que reinventar. Y existen, además, un sinnúmero de nuevas oportunidades profesionales que aportan muchísimo enriquecimiento personal y que se orientan hacia el mundo nuevo al que nos dirigimos.
Es necesario ser consciente de que los cambios se producen más rápidos que nunca, y que nosotros debemos, por tanto, estar en constante cambio también. Esto implica una desaparición de la conocida zona de confort.
Ese tiempo en que el que se encontraba un trabajo a los 18 años y llegábamos a la jubilación ya ha desaparecido. Estar treinta años en una empresa con los mismos conocimientos que al inicio de la carrera es algo impensable.
A veces, la economía es algo difícil. Por suerte, hay opciones como los préstamos para estudios de Cetelem. Cuanto más actualizada y demandada es una formación, más facilidades nos va a aportar en el futuro para reinventarnos laboralmente y estar a la altura de las expectativas. Además, existen ventajas de solicitar un préstamo por estudios como que no es necesario dejar otro trabajo y se puede ir devolviendo en cómodas mensualidades. Esta es una buena opción para hacer aquello que siempre hemos querido hacer y que, quizá, por tiempo o por demasiado desembolso económico de golpe, no nos hemos atrevido.
De hecho, estos préstamos nos permiten formarnos y aprovechar una oportunidad laboral y, ya con el nuevo empleo conseguido gracias al reciclaje profesional, pagar esos estudios. Si hacemos un máster de 12 o 24 meses, y tenemos más margen para la devolución de ese crédito, estaremos rentabilizando esa salida de la zona de confort. Es importante ahorrarnos las excusas en cuanto a crecimiento personal y profesional se refiere.